SUCESOS
EN LA VIDA DEL Gral. JUAN MANUEL IGUARÁN REITHER
Del presente Libro, digitalizado por GOOGLE: «Apuntes de un diario de viaje»
Publicado por el Comandante en Jefe de la Gendarmeria Nacional:
Pedro A. Pedraza, en 1909 y recopilamos varios sucesos, de la vida del General
Juanito Iguarán
Visita del Presidente Rafael Reyes a la Costa Atántica
20 de abril al 20 de mayo de 1908
Santa Marta: Ofrenda floral a la estatua del Libertador
Dentro de los invitados estuvo presente el Gral. Juan Manuel Iguarán Reither
El Presidente Reyes y el Gral. Juanito Iguarán, junto a sus Hijos y el Sr. Vicario General, Padre Anastacio, rodeados de invitados.
Página 60
El Cacique José Dolores y su Esposa, con atuendos de su etnia
Barranquilla: Agasajo en el Club Barranquilla y Pensión Inglesa
Entre los invitados, se encontraba el Gral. Rafael Maria Palacio Vargas
Y traemos esto a colación, pues de la época data la Amistad entre los generales Iguarán y Palacio, como su intervención política en el gobierno de Reyes; naciendo unos entrechos lazos, que llegan a la unión matrimonial de la hija del primero, Margarita Sofía, con el hijo del segundo en sus primeras nupcias, Rafael Andrés y conformando el Hogar de la Familia Palacio Iguarán.
FAMILIA PALACIO IGUARÁN
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Margarita Sofía Iguarán Laborde y Rafael Andrés Palacio de Lavalle
Foto: Cortesia de Monica Palacio Hernández de López
09:00 A.M
26 de Abril de 1908
Página 41
RIOHACHA: El Presidente junto a Caciques Guajiros
En la residencia del General Iguarán
10:00 A.M.
28 de Abril de 1908
Página 53
12:00 M.
28 de Abril de 1908
Página 59
Página 62
11:30 A.M.
30 de Abril de 1908
Página 72
07:00 P.M.
30 de Abril de 1908
Página 85
LA BATALLA DE CHIVOLO
16 de mayo de 1900
Fotos: Cortesia de la Familia Angulo Linero
FAMILIA IGUARÁN LABORDE
GENERAL JMIR.ppt
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REGISTRO_I.ppt
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REGISTRO_II.ppt
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REGISTRO_III.ppt
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REGISTRO_IV.ppt
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REGISTRO_V.ppt
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PERFILES COLOMBIANOS - 1908
J. M. Vesga y Avila
Asamblea Nacional: Constituyente y Legislativa
Segundo Vicepresidente
¿'CHOCORAZO', REGISTRO de PADILLA o ACTA de OCAÑA?
«La Historia de mi Vida»
Por: Julio H. Palacio
El Tiempo, Domingo 22 de agosto de 1943. Segunda Sección-Página 3a.

EL REGISTRO de PADILLA
...Y mientras llega el momento continuaré con el famoso registro de Padilla. Conforme me lo había anunciado Joaquín de Mier, dos o tres días después llegaron a barranquilla el Gobernador del Magdalena, doctor Francisco Vergara Barros, y el jefe conservador indiscutible de Riohacha, general Juan Manuel Iguarán. Por las personas con quienes ellos iban a entrevistarse se deduciría, sin esfuerzo de perspicacia, a quién favorecía el registro de Padilla. Pues bien. No bien llegados al hotel en donde se hospedaron, fuéronse ellos a la casa del doctor José Francisco Insiganares, en donde tuvieron una larga conferencia con el ex-gobernador de Bolívar y el general Diego A. De Castro, líderes de la candidatura Reyes en la hoy capital del Atlántico. Inmediatamente se propagó en la ciudad la noticia: el registro de Padilla arroja unánime mayoría por Reyes. Pero al punto cunde también otra noticia: que el general Iguarán a su llegada a Santa Marta, le había mostrado a Joaquínín de Mier el registro con la votación en blanco, aun cuando, eso si, firmado por todos los electores. Y simultáneamente otra versión: que la asamblea electoral se había reunido en la fecha señalada por la ley en Riohacha; que los electores habían votado unánimemente por el doctor Joaquín F. Vélez, pero que poco después del acto se había recibido un despacho telegráfico, firmado por el general MarcelianoVargas, yerno del vicepresidente Marroquín, aconsejando votar por Reyes. Declaro sin ánimo de descifrar el imbroglio que yo no le oí nunca a Joaquín de Mier lo que según decires públicos le había manifestado en Santa Marta el general Iguarán, y que tampoco tengo evidencia respecto a lo del telegrama de Marceliano Vargas. Pero diré con el Príncipe de Gales, después Eduardo VII, lo que éste expresara cuando se le llamo a declarar en el célebre proceso sobre las trampas que hacía en el juego un coronel inglés que gozó del privilegio de la amistad principesca: «Yo no puedo asegurar, pero son tántas y tan respetables las personas que aseguran haber visto hacer las trampas al coronel -no hago memoria del apellido-, que no me es permitido dudarlo». No se puede ni se debe repelar ni falsificar la historia. Algo hubo indudablemente de anormal, de extraño, de incorrecto en el registro de Padilla, que aquí en el interior de la república confundieron con lo que en la costa llamaban un chocorazo, o sea una inflación de votos.

El resultado final del escrutinio que…(ilegible, se recorta la página del periódico)… lo decidiera la suprema corporación electoral sobre el registro de Padilla, es decir, si lo admitía o lo rechazaba por considerarlo apócrifo o falso. En aquella vez el gran concejo electoral iba a ser el verdadero Gran Elector. Toda la política giraría en derredor de los ciudadanos, que lo integraban, o que lo integrarían, pues el gobierno ejecutivo tenía facultades para admitir renuncias, etc.

Finalmente, tras una reñida batalla de prensa, la investigación promovida por la Corte Suprema de Justicia, y otros incidentes, el gran concejo electoral declaró electo presidente de la república al general Rafael Reyes. El gran concejo electoral lo integraban los siguientes ciudadanos: Enrique Restrepo García, Manuel Vicente Umaña, Francisco Groot, Guillermo Torres, Juan N. Méndez, José Joaquín Casas y su secretario el doctor Eduardo Restrepo Sáenz.

Muchos años después el señor don Francisco Groot publicó un folleto defendiéndose de graves cargos que le hizo en el senado don Miguel Antonio Caro, del cual creo conveniente reproducir las siguientes líneas:
  «Por fortuna hay un hecho cuya exactitud consta a todos los demás miembros del gran concejo electoral, señores don Enrique Restrepo García, don Manuel Vicente Umaña, don Guillermo Torres, don Juan N. Méndez, don José Joaquín Casas y al secretario, señor doctor Eduardo Restrepo Sáenz, todos actualmente presentes en esta capital: hecho con el cual se pone de manifiesto que dejé pasar la magnífica oportunidad que allí se me presentó de hacer algo eficaz en favor de mi candidato para resolver de una plumada todos los problemas pendientes, al día siguiente de mi entrada al gran concejo electoral.

  «Al hacerse por tercera vez el escrutinio de los votos de cada una de las asambleas electorales, para que en ello tomare yo parte, observé que la asamblea de Ocaña dio cuarenta votos por el señor general Joaquín F. Vélez y siete por el señor general Guillermo Quintero Calderón; total, 47 votos para presidente de la república; que en seguida, entró un elector más, cuyo nombre se expresó en el acta; y, sin embargo resultaron 49 votos en la elección para vicepresidente: 49 electores suscribieron el acta; sólo uno entró después de hacerse la elección para presidente, en la cual aparecieron únicamente 47 votantes, luego dejó de votar uno de los allí presentes y esa era la causa de la nulidad del acta, según el código de elecciones. Anulados así legalmente 40 votos de los computados al señor general Vélez, nada importaría ya a los partidarios del señor general Reyes la nulidad completa del acta de Padilla, 45 votos, pues como tuvo 12 sobrantes, le habrían quedado de exceso a su favor 7 votos, y mucho menos le habría afectado la reducción a los 22 votos de Padilla, que era lo pedido de los que, admitiendo la validez del acta de Padilla, alegaban que no 45 sino 22 votos le corresponderían según el censo de población. El caso parecía tan evidente y grave que, por lo pronto, todos se ocuparon en verificarlo hasta convencerse de él y ver cuál fue el elector que dejó de votar para presidente, pero al disponer el señor presidente del gran concejo que se extendiera la proposición correspondiente para someterla a debate, yo me anticipé a exponer que había llamado lo atención de mis colegas al hecho analizado, pero que no haría la proposición de nulidad del acta de Ocaña, y que, si otro la hacía, yo la combatiría, porque así como era de suponerse que había dejado de votar alguno, que es el caso de nulidad previsto por la ley, bien podrían haber entrado dos electores después de haber votado los 47 cuando se hizo la elección presidencial, y haberse omitido de votar a uno de los dos, en cuyo caso aquella omisión no figura entre los casos de nulidad; de manera que, habiendo duda en el punto esencial, yo no me atrevería a proponer ni apoyar una proposición de nulidad que no tenía un fundamento indiscutible.

  «Terminado así el incidente, sin quedar de ello constancia escrita en el acta, puesto que no hubo proposición; y como todavía no se habían presentado siquiera los informes referentes a todos los puntos en discusión, que mantenían en ansiedad al público, es evidente que quizás por un escrúpulo exagerado mío, quedó sin resolverse desde aquel momento el grave problema.

  «Así, pues, el triunfo del señor general Reyes en la elección presidencial, en manera alguna se debió a otra cosa sino a la mayoría de votos de los electores, declarado fielmente por mí, como por cada uno de los demás miembros del gran concejo electoral; y en ese concepto fue como aceptó el cargo de presidente de Colombia, el excelentísimo señor general Reyes.

El despacho telegráfico de Marceliano Vargas tenia, según las versiones de las personas que lograron conocerlo, fecha anterior a aquella en que debía hacer el escrutinio la asamblea electoral de Padilla. Y siendo así, la actitud de aquel destacado político es, a mi juicio, inobjetable, pues él se limito a aconsejar en su propio nombre y no en el de su suegro, el vicepresidente Marroquín, que se votara por el general Reyes, y no se aconsejaba que se hiciera nuevo escrutinio para favorecer a su candidato si el acto estaba ya realizado. Lo que ocurre y lo que ocurrió si realmente hubo doble escrutinio en el círculo de Padilla, es que en provincias los amigos del gobierno suelen ser demasiados celosos y toman las simples insinuaciones como ordenes categóricas y casi que conminatorias.

De todas estas maniobras estaba ausente en cuerpo y espíritu el general Reyes, y así es de justicia reconocerlo. Después de haber terminados sus gestiones en Washington, él siguió a Europa probablemente convencido de que estaba pública su renuncia a la candidatura para presidente de la república. De allá escribía cartas muy lacónicas a sus más fieles amigos, más bien de carácter personal y sistemáticamente eludiendo temas políticos. El general Reyes mantenía el decoro y la delicadeza que dan la conciencia del propio valer y del prestigio conquistado por los servicios a su causa y a la patria. A más de ello el general Reyes tenía por el doctor Joaquín F. Vélez una sincera estimación, un profundo respeto. A su regreso al país, el 16 de abril, sus amigos de Cartagena y Barranquilla, porque hasta Puerto Colombia fueron a encontrarlo el general Carlos Vélez Danies, el doctor José F. Insignares S. y el general Diego A. de Castro, se abstuvieron de informarle lo que estaba ocurriendo sobre el discutido registro de Padilla.

Cuando el 4 de julio el gran consejo electoral lo declaró electo presidente de la república y vicepresidente al general Ramón González Valencia, su primera actitud, su primer impulso, fueron de una gallardía y de una nobleza emocionantes. Dirigióse solo, en coche, desde su casa de habitación en la calle Paláu –la 16- hasta el hotel de la señora Coté -plazoleta de la Capuchina-, en donde se hospedaba entonces el doctor Joaquín F. Vélez, a visitarlo para testimoniarle su inquebrantable amistad personal, su deseo de que en el gobierno que él iba a  presidir cooperaran los amigos políticos del doctor Vélez, y a expresarle además las seguridades de que esperaba recibir y los atendería, los sabios consejos del ilustre estadista que había sido ocasionalmente contrincante. Esta escena me la ha referido un pariente del doctor Vélez que se encontraba presente en su apartamento cuando llego a visitarlo el general Reyes, el señor Barcelio Becerra Araujo.



Fuente-URL:
http://news.google.com/newspapers?id=76kbAAAAIBAJ&sjid=f1YEAAAAIBAJ&pg=1188%2C4503456